jueves, 14 de mayo de 2009

Mes de la Madre



Originalmente fue concebido bajo el nombre de "el día de las Tres Madres" en honor a nuestra madre, a la madre de Dios y a la madre patria.

Feliz día de las madresEn Venezuela, se organizó el primer "día de las tres madres" el 24 de mayo de 1921 en Valencia (Edo. Carabobo) por el Dr. Jesús María Arcay Smith, presidente de una asociación llamada "Caridad y Concordia", quien logró que fuera oficializado por el Concejo Legislativo.
Posteriormente, 82 Concejos Municipales de Venezuela decretaron por igual esta celebración, hasta que en el año 1924 una ley del Congreso Nacional decretaba la celebración anual, en todo el territorio Nacional de "el día de las tres madres".
Esta celebración, poco a poco fue adaptándose a las festividades internacionales y perdió su nombre original... Hoy la conocemos simplemente como el "día de las madres". [1]

Origen del día de las madres en el mundo
El origen del día de las madres se remonta a la antigua Grecia cuando se le rendían honores a Rhea, la madre de los dioses Júpiter, Neptuno y Plutón. En el siglo XVII, en Inglaterra tenía lugar un acontecimiento similar, que honraba a la Virgen y se denominaba "Domingo de las Madres".
Pero tal vez la primera referencia a la celebración contemporánea del día de las madres fue en los Estados Unidos, cuando en el año 1914 se decreto en el Congreso la fiesta nacional del día de las madres a celebrarse anualmente el segundo domingo de mayo, luego de una lucha social de 5 años.
La iniciativa de Venezuela para celebrar un día dedicado a las madres en 1921 fue copiada en Chile y México quienes al año siguiente también lo celebraron por primera vez (con sus propios motivos); luego pasó a Santo Domingo, Cuba, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Uruguay y Argentina.
¡Felicitaciones!
Todos los días son el día de la madre, pero aprovecho el día de hoy para felicitarte a ti que eres madre y agradecerte el amor incondicional que le das a tus hijos.

Vamos a hablar de la gran fiesta de Pentecostés.

Pentecostés.





P. Celerino Anciano o.p.

El nombrecito es raro, pero lo que pasó aquel día, fue divino. Jerusalén se volvió un zaperoco delicioso. La gente estaba feliz; los Apóstoles con la Virgen María a la cabeza estaban que no cabían de satisfacción, eufóricos, como en una nube. Claro que primero se echaron su buena asustadita, con una especie de mini huracán que sacudió la casa en la que estaban escondidos por puro miedo; por si fuera poco, apareció candela pura sobre la cabeza de cada uno; pero nada de quemarse, al contrario, les entró por el alma adentro una alegría, una fuerza y unas ganas de predicar, enseñar y convencer a las gentes de que Jesucristo era de verdad el Hijo de Dios y que había resucitado y que de ese momento en adelante aunque los molieran a palos o los volvieran picadillo, ellos, los Apóstoles y todos los que los acompañaban, jamás dejarían de "dar testimonio" del Señor y de su Evangelio. El gentío que andaba por esas fiestas en la gran Jerusalén, estaban admirados, confundidos y super-extrañados de ver y oír a aquella cuerda de locos, con aquel fuego en sus palabras y tamaña fuerza de convicción. pero sin poder dejar de oírlos y aplaudirlos.

Tomando en cuenta que aquello parecía una solemne sesión de la ONU; cada quien hablaba su propio idioma y se entendía con los suyos; pero cuando hablaba san Pedro y los otros, entonces los entendían cada uno en su propia lengua. ¡Qué mantequilla! Por supuesto que el viento y el fuego y todo lo demás que ocurrió en aquella ocasión no era ni más ni menos que la presencia viva, activa y contundente del Espíritu Santo, el mismo que Jesús les había prometido en tantas ocasiones. El que les iba a enseñar muchas más cosas y se las iba a hacer entender, el Consolador, el Defensor, el Alma de la Iglesia que nacía en esos momentos, en ese día, en ese Pentecostés. Entre los innumerables e invalorables regalos que nos trajo el Espíritu Santo se cuentan sus famosos DONES. Siete (7) dones, que dice el catecismo, pero que sabemos que fueron muchísimos más, a tal punto que todavía hoy, el Espíritu Santo no ha parado en ese maravilloso y divino oficio de regalar todo lo bueno y santo, a todos y a cada uno de sus hijos. El, el Espíritu Santo es el DADOR DE TODO BIEN. Sus siete DONES son tan especiales que merecen recordarlos y pedirlos con toda la devoción de que seamos capaces. Santo Tomás de Aquino, el Doctor Angélico, que le dicen, explica de maravilla estos siete dones, merece la pena que se den una vueltecita por lo que escribió. Uno se siente como que le estuviera cayendo de nuevo el agua del bautismo.